Sin inspiración

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He olvidado como se escribe.

He olvidado como expresarme a través de las palabras.

Esas palabras que cuentan tantas y tantas cosas de mi, de ti, de nosotros, capaces de darles nombres al Todo y a la Nada.

He olvidado como dejar que mi mente viaje por territorios ignotos, aquellos  por donde mi alma vagaba a su antojo, dibujando mi vida con trazos irregulares e imprecisos, esbozos en blanco y negro de mi ser.

Ese ser oculto, misterioso e intrigante; más desconocido para mí que para nadie, que sólo se asomaba al mundo  a través de mi pluma  rasgando el papel con esa insólita melodía, única e irrepetible, que no era otra que la voz de mi alma, murmurando bajito los secretos que guarda.

Pero he olvidado como se escribe; tan solo me queda la tinta indeleble de mis lágrimas.

 

Iria Né Zák

Raices

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Las raíces no se ven, pero son las que sostienen al árbol.

Como no están ante nuestros ojos, solemos olvidarnos de que existen, y sin ellas, simplemente, el árbol no estaría.

Profundizan en la tierra, dentro muy adentro, cuanto haga falta para sostener el peso de la vida. Son ellas quienes le nutren y  son su forma de comunicarse con todo el reino vegetal. No se pueden descuidar las raíces.

Nuestras raíces tampoco se ven, a veces, ni las intuimos, sin embargo gracias a ellas existimos. También se hunden en las profundas tierras de nuestro inconsciente, trayendo mensajes de nuestros ancestros, de nuestros antepasados, nutriéndonos de su sabiduría.

Nuestras raíces deben cuidarse, deben sanarse, para que la vida que sostienen sea sana, equilibrada y libre. Para que los frutos que dé, sean igualmente sanos y dignos.

Las raíces no las podemos ver, pero sí podemos sentirlas: su firmeza, su sostenibilidad, cómo asciende desde ellas la savia de la vida, por nuestro tronco, hasta nuestras ramas que se alzan hacia el cielo, majestuosas y altivas, creciendo y creciendo…

Estamos aquí y somos quienes somos gracias a nuestras raíces. Míralas, siéntelas y procura cuidarlas y sanarlas cuando haga falta. Piénsalo, sin ellas, tú no estarías aquí.

Iria Né Zák

 

Nuestro hogar olvidado

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Hemos desaprendido a estar en el Bosque. Poco importan las razones. Sin embargo él nos llama. Lo sentimos en lo más profundo, lo anhelamos y un día decidimos regresar a esa Naturaleza olvidada.

Volver al Bosque y dejarnos llevar por él no resulta fácil al principio. Nos da miedo abrirnos a la aventura, a sumergirnos en sus silencios, a traspasar las puertas secretas que se abren entre la maleza o a los pies de un sendero. Tememos vernos atraídos por las profundidades misteriosas de un estanque si nos asomamos a sus aguas.

Sin darnos cuenta el bosque, sutil y sigiloso pero siempre amable, va abriendo brechas en nuestros muros construidos a base de ignorancia y miedo. Bajamos la guardia mientras deambulamos entre raíces y hojas, y el Bosque, teje una maraña a nuestro alrededor de murmullos, de luces y sombras, de ecos y recuerdos, de risas y lágrimas.

Él nos escucha atento y sin juicios, invitándonos a abrirle ese corazón desgarrado, a mostrarle esas heridas que aún sangran. Se convierte en  cómplice de nuestro sentir, se erige guardián de nuestros secretos más ocultos. Nos permitimos desnudarnos ante él sin reservas, sabiéndonos acogidos, comprendidos, reconfortados.

Por fin, aligerado el peso de nuestra alma, reducido el miedo a una mera sombra, nuestros sentidos aletargados despiertan y se abren a una nueva percepción, a una comprensión auténtica y profunda de la vida que nos rodea, de nosotros mismos.

Sintiéndonos acompañados abandonamos  el Bosque, felices, resueltos y empoderados. Volvemos la vista atrás, agradecidos. No somos los mismos que entramos;  el Bosque  nos ha devuelto a nuestro estado natural de  Ser.

Es tiempo de recordar; quiénes somos, cuál es nuestro verdadero hogar.

Iria Né Zák

Taller: Conecta con la Magia del Bosque

 

Sentir el bosque es vivirlo.

Y para vivirlo hay que desnudarse de quién eres, y abrirse desde el corazón con la inocencia y la curiosidad de un niño. Ser capaz de sorprenderte, de ilusionarte, de creer, de ver más allá. De entregarte sin reservas a ese instante, a la aventura, para poder descubrir las maravillas que se despliegan ante ti.

Te invitamos a compartir un momento mágico, a ver, tocar, oler, probar y sentir todos los mensajes que el bosque tiene para ti. Entraremos en conexión con la sabiduría de la Madre Naturaleza, tomaremos conciencia de nuestras emociones, despertaremos nuestro sentir más profundo y aprenderemos a respetar, cuidar y amar a todos los seres que comparten con nosotros este maravilloso planeta.

(En este taller cuento con la colaboración de mi amiga Mª Ángeles Calvo de “Con Alas de Hada”)

PROGRAMA

  • Presentación y primera toma de contacto con el grupo.
  • Paseo en silencio por el bosque para despertar  todos nuestros  sentidos y para profundizar en la relación que mantenemos con la naturaleza.
  • Nos sincronizaremos con el bosque para adaptarnos a sus ritmos
  • Aprenderemos a escuchar a nuestro cuerpo y a conectar con nuestras emociones.
  • Tomaremos nueva consciencia y aumentaremos nuestra capacidad de percepción.
  • Aprenderemos a interpretar los mensajes y activaremos aquello que está dormido en nosotros.
  • Descanso para comer.
  • Ritual de sanación al son de la flauta nativa americana. Un instrumento mágico de sanación que  aporta paz y armonía;apacigua la mente, despierta las energías dormidas en nuestro interior y aumenta la creatividad entre muchas otras cosas. Nos conectará con las energías de la naturaleza y con el latido de nuestro propio corazón. 

  • Peticiones y ofrendas al Espíritu de Bosque; él reconfortará nuestra alma este día y nosotros como agradecimiento le  ayudaremos a restablecer su hogar a través de diversas piedras sanadoras y del gran poder de nuestra intención

Fecha: 31 de Marzo de 2019

De 10h a 17h

Precio: 30 euros                                                               

Lugar: Plà de santa MarIa ( Tarragona)                      

Contacto: Mª Ángeles Calvo –  690 07 08 45

La belleza en ti

Soy hermosa.

Sí, lo soy, aunque ya no sea la de antes.

Soy hermosa porque la belleza habita en mí.

Ha ido cambiando a lo largo de los años, pero sigue ahí.

La belleza habita en mis ojos, porque mi mirada es amable y compasiva.

Está en mi voz, pues mis palabras son dulces y honestas, teñidas de la sabiduría que otorga la experiencia de toda una vida.

La transmiten mis gestos, mi andar tranquilo y sosegado. La creatividad de mis manos que renuevan día a día lo aprendido antaño.

La belleza está en mi corazón, porque mis actos son amorosos, desprovistos de anhelos y llenos de entrega, para los míos, para otros, para ti.

Soy hermosa, lo sé, porque aunque cambiante, la belleza me acompañará toda la vida…mientras habite en mi.

Iria Né Zák

La verdadera realidad…

La realidad es la que es.

El resto son las interpretaciones que hacen de ella todos y cada uno de los seres que la habita, no tan solo los humanos.

¿Cuál es la verdadera? Todas y ninguna. Pues todas tendrán puntos en común y múltiples diferencias.

La realidad es la que es y  nada ni nadie posee la verdad única porque eso es imposible.

La particular realidad de cada uno depende de la interpretación de nuestros órganos físicos y funciones fisiológicas, la forma de sentir o de percibir lo que nos rodea, incluido nuestro mundo interior. Una versión distorsionada, muchas veces, por nuestro bagaje cultural, social o familiar, y por las experiencias vividas.

 La realidad no  será igual para un insecto, un gato, un árbol y un humano; ni siquiera entre dos humanos aparentemente iguales. No será igual aunque en ese preciso momento compartan el mismo entorno, e idéntico suceso.

Y sin embargo la realidad es la que es. ¿Cuál es la verdadera? Todas y ninguna.

Iria Né Zák

Un poco más despacio

Deprisa. Vivimos demasiado deprisa. Y todo lleva su tiempo. La naturaleza así te lo muestra. Todo tiene su ritmo y un momento adecuado.

Sentimos con demasiada prisa. No nos recreamos en ese sentir, y no percibimos la belleza que lo inunda todo. Saborear esos momentos es lo que los hace únicos  y sólo así se quedan grabados a fuego en el recuerdo y en la memoria de nuestro cuerpo.

La vida está para vivirla, recorrerla despacio, disfrutando del viaje, de cada detalle, de todas esas maravillas que sólo vemos borrosas porque pasamos veloces a su lado, distraídos, insensibles, exigentes, desnaturalizados.

Para. Cierra los ojos y respira. Regálate ese instante.  Permítete detener el movimiento autómata que te domina y se consciente de cada paso, de cada acto. Apaga el ruido que te ensordece para poder escuchar más allá de tus sentidos.

 Frena el ritmo vertiginoso en el que vives, para que puedas ver con detalle el hermoso paisaje que te rodea, y tal vez te sorprenda darte cuenta que no estás sola en este viaje.

Iria Né Zák

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Escucha a tu cuerpo

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¿Sabes escuchar a tu cuerpo? ¿Entiendes lo que te dice? Y si es así ¿le haces caso?

Hacer oídos sordos  a lo que nuestro cuerpo en su sabiduría nos está contando suele traernos consecuencias, a  veces, desastrosas.

Lamentablemente no nos enseñaron la idea de que nuestro cuerpo tiene voz y voto, y su propio lenguaje que puede llegar a ser muy obvio.

Es la herramienta de la que se sirve nuestra alma, nuestro yo verdadero, para mostrarnos el sendero adecuado, para avisarnos de lo que nos está dañando a nivel emocional, para indicarnos que nos estamos equivocando en nuestras elecciones. Pero no, no le escuchamos, y si lo hacemos, no actuamos en consecuencia. Como resultado tenemos dolencias y molestias que se convierten en gritos desesperados transformados en enfermedades. Y ni con esas.

Podrás curarte, pero jamás sanarte si no prestas atención a los mensajes de tu cuerpo. Creerás estar acertando en tus acciones, aún cuando sientas dolor en tu estómago o que la cabeza te va a estallar…

Escúchale, ponle todos tus sentidos, te asombrarás de todo lo que te cuenta. Y ten coraje para seguir sus directrices. ¿Qué conseguirás a cambio? Vivir desde ti.

Iria Né Zák

 

 

Iria Né Zák

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La gente cree conocerme, pero nadie me conoce. Ni yo misma.

A veces descubro aspectos de mí que me resultan un tanto sorprendentes. Habilidades que desconozco, una sabiduría que viene desde más allá de los tiempos. Me cogen de sorpresa, en el momento más inesperado y luego desaparece, como si lo hubiera soñado, dejándome sumida otra vez en el mediocre devenir del día a día, en la tristeza de no poder alcanzar a ese ser que soy yo, mi yo verdadero.

Pero no es que no pueda alcanzarlo, la realidad es que soy yo quien no me dejo envolver y guiar por ese ser superior. A veces por miedo que supone navegar por aguas desconocidas,  o por la responsabilidad que conlleva y el sentimiento de no merecer mis habilidades y mis dones.

Ser humilde y valiente para hollar el sendero que se dibuja a mis pies y que me invita a recorrerlo, a descubrirme, a ser capaz de ir más allá de mis propios límites. Tener la confianza en mis capacidades y danzar con la vida y disfrutar del baile en toda su grandeza.

Iria Né Zák es mi nombre verdadero, el  que designa quién soy en realidad…y he decidido conocerme.

Y tú ¿te atreves a conocerte?

Iria Né Zák

 

Adquirir compromiso

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Comprometerme me cuesta mucho.

Comprometerme a los otros, a la vida, a mi misma.

Para mi, comprometerse ha sido siempre sinónimo de encadenarse, de perder libertad, de someter la voluntad de algún modo.

Pero lo cierto es que comprometerse es darle a tu vida un objetivo, un sentido para vivirla.

Adquirir un compromiso te obliga a la acción, impidiendo que caigas en la desidia. En vez de restarte libertad, ganas alianzas.

Requiere de grandes dosis de humildad para reconocer los propios límites y el respeto por lo ajeno. Es lealtad y comprensión. Significa ir más allá de uno mismo, ser el ancla que se afianza en la tormenta.

Comprometerse tiene mucho de entrega, de paciencia, de amor; por los otros, por la vida, por ti misma.

Iria Né Zák